Ya en 2011, en el Estudio sobre la Situación de las Artes Escénicas en España, publicado por la Academia de las Artes Escénica de España, lxs artistas señalaban el hecho de que las artes escénicas no suponían una prioridad para la sociedad. Se daba la paradoja de que, aunque existiera una oferta generalizada de programaciones regulares, estas tenían una escasa presencia en los medios de comunicación.
Esta falta de visibilidad y arraigo social de las artes repercute en el reconocimiento de las artes escénicas como valor público, necesarias para el desarrollo individual, social y económico. Es decir, existe una conexión directa entre el tratamiento de la danza en los medios de comunicación y el grado de relevancia que obtiene de la opinión pública.
La cultura en la red
Si volvemos la vista atrás, la irrupción de Internet en el mundo de la comunicación reconfiguró la estructura mediática: las empresas mediáticas se han ido adaptando a la plataforma online para sobrevivir en el mercado y los usuarios ya no son meros consumidores de información, sino que también producen contenidos.
Esta facilidad de difusión, comunicación e interacción bien podría ser muy beneficiosa para la divulgación de contenidos culturales (Izquierdo, Álvarez y Nuño; 2017). Y si, como dice la directora de la División de Creatividad del Sector de Cultura de la UNESCO, "la cultura es todo lo que configura nuestra identidad como sociedad", las herramientas que facilita Internet repercuten directamente en la creación de una sociedad más informada, abierta y creativa; pero, ¿estamos aprovechando estas ventajas?, qué clase de contenidos culturales podemos encontrar en la red y de qué calidad.
Comencemos estudiando el tratamiento de la cultura en la red. Según el artículo "Comunicación y divulgación de contenidos artísticos a través de las Redes Sociales: Facebook y Twitter", la relación entre las redes sociales y la cultura puede ser muy provechosa, ya que las redes toman la función de facilitar el acceso a los contenidos especializados y multiplican "la posibilidad de que los ciudadanos puedan adquirir competencias en ese campo". No obstante, esta función divulgativa resulta eficaz solo si los contenidos son de calidad (ComRigor, 2019).
Para medir esta calidad de los contenidos en la red, primero tendríamos que definir qué son los contenidos culturales en sí mismos, para poder identificarlos según unas determinadas características que atestiguan su calidad. Según la periodista Esther Paniagua, miembro del comité de expertos de ComRigor, el contenido cultural es:
Una unidad de conocimiento que transmite, refleja o es en sí misma un producto del tiempo en el que se vive, ya sea en el ámbito del arte, de la música, de la literatura, del cine, del entretenimiento o de las ciencias.
Tiene una forma y una estética definidas de acuerdo con el contexto y el ámbito en el que se enmarca, que también condicionan su canal o canales de distribución.
Perdura, es decir, tiene continuidad a lo largo del tiempo: forma parte de la herencia de un grupo social y contribuye a definir su presente y su futuro.
¿Cultura o publicidad?
Analicemos ahora que conocemos la definición de contenido cultural a los medios online. Por una parte, encontraremos empresas de comunicación especializadas en cultura que presentan unas informaciones con una clara tendencia promocional, mientras que los medios generalistas ofrecen contenidos culturales sin seguimiento ni profundidad alguna.
En cuanto a los periodistas especializados, existe una clara tendencia a la creación de espacios personales como blogs, páginas webs propias o medios especializados, lugares donde estos profesionales vuelcan sus trabajos y los internautas pueden acceder a información cultural de calidad (Carrera, 2016).
En conclusión, el tratamiento de la información cultural en las empresas de comunicación online se define por los principios básicos de la rapidez, la sencillez y la promoción. El objetivo de estas corporaciones es atraer al público y, por eso, no dudan en apostar por temáticas que distraen y alejan a los lectores de contenidos de calidad, lo que repercute en la escasez de la información especializada en la red.
Esta huida del conocimiento especializado es el resultado de lo que Javier Fernández del Moral denomina "la tercera brecha digital". Se trata de la división entre el conocimiento experto y conocimiento social, entre "lo más y mejor nos acerca a la verdad de las cosas" y la información escasamente pertinente, propia de una sociedad "vertiginosa, superficial y precaria", según del Moral.
El arte en la tele, siempre después
En el Análisis del tratamiento de la cultura en los informativos televisivos nacionales, de Ismael Ledesma Hidalgo, se investigaron los contenidos culturales proyectados a lo largo de una semana en los informativos de la noche de seis cadenas generalistas: La 1, La 2, Cuatro, Telecinco, Antena3 y La Sexta.
De todos los informativos analizados, únicamente se encontraron dos noticias culturales en titulares, a excepción de La 2 (todos los días) y Telecinco (ninguno). En todos los casos, estos titulares fueron relegados al último puesto de los informativos. Además, de las doce temáticas registradas, solo el 2% estaban vinculadas a la danza y el teatro.
En su estudio, Ledesma afirma que la información cultural de los telediarios españoles tiende cada vez más hacia el infoentretenimiento, buscando la espectacularidad y el dramatismo. Existe "una peligrosa predilección por la autopromoción de las cadenas privadas que desemboca en una información sesgada y manipulada", concluye.
La prensa escrita de la danza
El tratamiento que recibe la cultura en los telediarios se extiende a los medios escritos. En 2017, Gema Ferrández Serrano realizó una investigación donde se propuso averiguar si uno de los factores causantes de "la decadencia del ballet en el país" era la escasez de publicaciones atribuidas a la danza en los medios de comunicación de masas.
Para apreciar este hecho, se compararon los diarios de mayor tirada nacional de España e Italia durante el mes de abril, el mes de la danza. Los resultados del análisis subrayaron el abandono social de la danza por falta de información y la existencia de una conciencia culturalmente baja.
"Existe una peligrosa predilección por la autopromoción de las cadenas privadas que desemboca en una información sesgada y manipulada"
Uno de los resultados más inquietantes fue la diferencia de artículos de danza publicados entre periódicos: mientras que el diario italiano La Reppublica publicó un total de 161 artículos, El País solo escribió 16. Es decir, el periódico español generalista por excelencia en España dedicó el 2% de sus piezas a la danza en un mes donde se celebraba mundialmente este arte.
Pero esto no es todo. En otro estudio donde se analizaron a los tres grandes diarios nacionales (El País, El Mundo y ABC), realizado por Violeta Izquierdo, se constató que en ninguno de los diarios la cultura constituía una sección en sí misma. Además, se encontró una gran homogeneidad de contenidos debido a la dependencia con agencias informativas y a la falta de periodistas especializados contratados; y, por otro lado, una clara escasez y tendencia promocional en las noticias con temática artística.
La escasez en los medios, un espejo del panorama cultural
Llevemos la realidad mediática a la práctica. Según las últimas encuestas del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, tan solo 2.732 personas fueron a un espectáculo de danza en el último año. Esto significa el 7% de la población española. El 74% de la ciudadanía española no ha ido nunca o casi nunca a ver una obra de danza.
De las personas que asistieron, al 33% le fue gratis disfrutar de la función. Los espectáculos más demandados son, por orden de preferencia: ballet clásico (37%), danza contemporánea (20%) y baile español o flamenco (18%). El público puntuó estas funciones según su grado de satisfacción. El resultado fue sorprendente. El 50% valoró su experiencia con un sobresaliente y el 43% con un notable, obteniendo una media total de 8,4.
Por otra parte, las personas que más asisten a este tipo de espectáculos cursan estudios universitarios o superiores. Estos tienen, generalmente, entre 15 y 19 años. Les siguen aquellos con una edad comprendida entre 20 y 24 años. En su mayoría, son mujeres, superando a los hombres por tres puntos porcentuales.
Las comunidades donde más se asiste a los espectáculos de danza son Madrid y Baleares (10,7%), Castilla y León (9,5%) y Murcia (8,5%). Aquellas donde la danza tiene menor popularidad, teniendo en cuenta el tamaño del municipio, son: Cantabria (4%), Extremadura (4,1%) y Castilla-La Mancha (4,5%).
Como observamos en el gráfico, España es, con diferencia, el país con menos espectadores de danza, seguido de Italia y Grecia. Esta cifra solo podría combatirse con inteligentes políticas culturales que apuesten por la participación ciudadana y con un buen apoyo de los medios de comunicación, para promover el disfrute de las artes y garantizar el derecho constitucional de acceso a la cultura.
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Genial Julia, he encontrado además una estadística con los datos de las prácticas culturales de 2019, seguimos igual😅 Aunque con una pequeña diferencia, que ya es algo...
En 2006, el 7% de la población fue a ver al menos un espectáculo de danza. Aumenta el número de asistentes en 2019, con un 9,4% de españoles. Una diferencia de 2,4 puntos porcentuales.
Muy buen artículo, enhorabuena campeona!!